sábado, 8 de noviembre de 2008

EN EL OASIS DE MARRAKECH

Atravesamos el desierto a lomos de un camello famélico
y ya sin agua llegamos al oasis de Marrakech.
Allí nos esperaban impacientes amigos procedentes
de todo el mundo.

Pintores que abandonaron la vanguardia
Comunistas sin muros ni muchedumbres insurrectas
Activistas de los bosques y las nubes
Poetas de versos rotos convertidos en cenizas
Emigrantes del saber de regreso a la ignorancia
como hijos pródigos y arrepentidos
Escultores de la noche a cincel de Luna
ahuecando horizontes y venus desnudas
Músicos del silencio ahogados en alcohol
Malabaristas del absurdo con turbante y chilaba
Médicos sin fronteras remendando
los agujeros del mundo
Expulsados del Al-Andalus copiando Alhambras
en la arquitectura de sus sueños
Profetas imberbes descifrando vaticinios
como monjes en el “Nombre de la Rosa”
Un hombre desesperado buscando la risa
bajo las dunas
Un principito caído de otro planeta
Hombres vencidos que se trajeron sus cadenas

Habían obispos excomulgados y teologías
de la liberación
Un San Francisco de Asís desnudo en la arena
bajo las ramas de un Judas lleno de pájaros
Caín y David lazándose piedras
Siddhartta y Demian rodeados de lobos esteparios.

Encantadores de serpientes envenenándolas de su bien
Un pastor de Orihuela escribiendo versos
y un poeta bañándose en la piscina de tus ojos
Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Allí estaban Leonardo, Miguel Angel y Boticelli
reciclando nubes en querubines blancos
Un navajero llamado Caravaggio
Bertulucci con la Luna en el bolsillo
y Visconti resucitado de su Muerte en Venecia
como Lázaro entre manzanas por el mar olor
Emiliano Zapata y los indios de Chiapas
Neruda, Walt Witman, Garcia Lórca
Cristo, el Ché Guevara y yo.

Viendo una puesta de sol.